Situación de la salud mental en España

Situación de la salud mental en España

La situación de la salud mental en España es compleja. Se estima que unos 450 millones de personas en el mundo padecen un trastorno mental o del comportamiento en un momento dado de su vida. En España, excluyendo los trastornos causados por el uso indebido de sustancias, se puede afirmar que el 9% de la población padece al menos un trastorno mental en la actualidad y que algo más del 15% lo padecerá a lo largo de su vida.

La distribución de la prevalencia-vida por Comunidades Autónomas es relativamente uniforme, oscilando entre el 15,71% de Andalucía y el 23,68% de Cataluña, afectando más a las mujeres que a los hombres y aumentando con la edad.

Los trastornos mentales ocasionan un enorme sufrimiento, dificultan la capacidad de aprendizaje de los niños e interfieren significativamente en la vida de las personas que los padecen. Además de la discapacidad y mortalidad prematura por suicidio que a veces originan, tienden también a producir el aislamiento social de quienes los padecen.

Los trastornos mentales también aumentan la morbilidad que se deriva por padecer otras enfermedades como son el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, diabetes o SIDA. El no tratar los trastornos mentales acarrea peor cumplimiento de los regímenes terapéuticos y peor pronóstico en estas patologías.

Más de la mitad de las personas que necesitan un tratamiento psiquiátrico no lo reciben y, de las que están en tratamiento, un porcentaje significativo no recibe el adecuado. Sin embargo, la mayoría de los trastornos mentales son leves o transitorios, y, en la mayoría de los casos, se cuenta con medidas terapéuticas y de rehabilitación efectivas.

A diferencia de Estados Unidos y de muchos países europeos que disponen de datos sobre prevalencia a nivel estatal, en España los datos epidemiológicos son incompletos y tienen una utilidad muy limitada para valorar la prevalencia y el impacto de los trastornos mentales en la población general. Han sido escasos los estudios realizados sobre la epidemiología psiquiátrica y los que se han llevado a cabo se han centrado en áreas geográficas pequeñas y/o con muestras no representativas de la población española.

Entre los estudios más recientes sobre la epidemiología de los trastornos psiquiátricos en la población general de nuestro país cabe destacar la participación en el European Study of the Epidemiology of Mental Disorders (ESEMED), realizado en una muestra representativa de la población general mayor de 18 años de seis países europeos (Alemania, Bélgica, España, Francia, Holanda e Italia) y que incluía a 5.473 personas dentro de la muestra española.

Según los resultados de este estudio, un 20% de los participantes españoles había presentado algún trastorno mental en algún momento de su vida y un 8,4% un trastorno en los últimos 12 meses. El trastorno mental más frecuente fue el episodio de depresión mayor (3,9% de prevalencia-año y 10,5% de prevalencia-vida), seguido de la fobia específica y la distimia, con una prevalencia-vida de 4,52 y 3,65% respectivamente.

Por grupos de trastornos, los de ansiedad fueron ligeramente más frecuentes que los trastornos del estado del ánimo, según los datos de prevalencia-año (5,1% frente a 4,3%), aunque esta relación se invirtió al analizar la prevalencia-vida (9,3% frente a 11,4%), donde los trastornos del estado de ánimo resultaron mayoritarios.

Los trastornos mentales afectan más a las mujeres que a los varones y aumentan con la edad.

Cabe mencionar que, en general, el personal sanitario tiene mayor tendencia a diagnosticar depresión a mujeres que a hombres, por lo que la probabilidad de que a las mujeres se les receten psicofármacos es más elevada.

Sin embargo, sí existen diferencias en los patrones de búsqueda de ayuda para tratar un trastorno mental o de comportamiento. Es más probable que las mujeres soliciten ayuda y refieran que tienen problemas a su médico de atención primaria en comparación con los hombres.

Más de la mitad de las personas que necesitan un tratamiento psiquiátrico no lo reciben

También se ha sugerido que el gradiente socioeconómico de salud y las desigualdades económicas entre mujeres y hombres, así como la violencia de género y la continua responsabilidad del cuidado de otras personas, contribuyen a que las mujeres tengan peores resultados en salud mental, sobre todo asociándose con depresión.

Por otro lado, la prevalencia de los trastornos afectivos aumenta con la edad, siendo del 25% en los mayores de 65 años y del 22,3% entre los de 45-64 años.

Los trastornos como la fobia social, agorafobia y fobia específica aparecen a edades más tempranas, mientras que los trastornos de ánimo, como episodio depresivo mayor o distimia y el trastorno de angustia, muestran una aparición más tardía, situándose su mediana de edad de inicio a partir de los 40 años.

La edad de inicio de los trastornos de ansiedad es menor que la de los depresivos. Esta asociación podría indicar que muchas personas que presentan trastornos de ansiedad durante la niñez, adolescencia o primeros años de la vida adulta tendrían un mayor riesgo de desarrollar un trastorno depresivo posterior.


Otras diferencias a tener en cuenta

Si se analiza la situación laboral, los trastornos mentales afectan al 20,2% de la población adulta desempleada y al 15,6% de la población jubilada en España.

Nivel de ingresos

Los grupos con un nivel de ingresos económicos bajo y en paro, muestran consistencia en todos los estudios para ser considerados factores de riesgo para el trastorno depresivo mayor.

La situación de la salud mental en España es compleja. Se estima que unos 450 millones de personas en el mundo padecen un trastorno mental o del comportamiento en un momento dado de su vida

Lugar de hábitat

También vivir en zonas urbanas es también un factor de riesgo para padecer un trastorno mental a lo largo de su vida. El 8,63% de la población que reside en un medio urbano ha tenido algún problema de salud mental en el último año, frente al 7,5% referido en la población rural.

Situación civil

Por otro lado, y según los datos del Eurobarómetro 2002, el 43,1% de la población española en situación de viudedad y el 19,6% de los divorciados padecen trastornos mentales, siendo menor la proporción afectada con patología mental entre los que viven en pareja (16,8%).

En cuanto a la tasa de mortalidad por suicidio ajustada para la edad y el sexo de las personas que padecen un trastorno esquizofrénico es 9 veces mayor que la de la población general. En la depresión mayor, el riesgo de suicidio se multiplica por 21, en los trastornos de la alimentación por 33 y en las toxicomanías por 86.

Los trastornos mentales suponen la segunda causa de baja laboral en España y el tercer grupo de enfermedades que genera más gasto al sistema sanitario público según un estudio recientemente publicado por la revista European Journal of Health Economics, elaborado por un grupo de investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha y del Servicio Canario de Salud.

Para establecer los costes derivados de la enfermedad mental, los investigadores se basaron en los datos referentes al año 2002 en España, por tratarse del último año del que se dispone de información completa y desglosada.

Desglose de los costes sanitarios de la enfermedades mentales en España

De acuerdo con este estudio, los trastornos mentales generaron un coste económico total de 7.019 millones de euros, de los cuales los costes médicos directos supusieron el 36,9% (con 2.777 millones de euros), los costes asociados a cuidados informales el 17,7% (con 1.245 millones de euros) y los costes por baja laboral el 42,7% (con 2.997 millones de euros).


Costes socioeconómicos de la enfermedad mental en España

Por otro lado, un análisis de los costes por categorías diagnósticas puso en evidencia que la esquizofrenia ocupa el primer lugar (con un 37,6% de los costes sanitarios totales), seguida de los trastornos del estado de ánimo (24,4%) y los problemas de ansiedad (24,7%). En conjunto, los costes totales representaron cerca del 1% del Producto Interior Bruto (PIB) de nuestro país.


Impacto del coste de los trastornos mentales en el gasto sanitario público

Analizando el impacto directo sobre el sistema sanitario, el coste de los trastornos mentales representa el 7,3% del gasto sanitario público total, lo que sitúa a este grupo en la tercera posición, tan solo superado por el cáncer y las complicaciones relacionadas con el aparato circulatorio.

Del total del gasto sanitario generado, el 48% se debió a hospitalizaciones, el 39% a medicamentos y el 13% a gastos derivados de las consultas médicas.

Sin embargo, el mayor impacto económico de la enfermedad mental se observa en los costes indirectos relacionados con los días de pérdida de productividad laboral. Dentro de este gasto, las bajas laborales permanentes suponen el 46,7% (con 1.399 millones de euros), seguidas de las bajas laborales temporales con un 36,6% (1.096 millones de euros) y las muertes prematuras con el 16,7%.

Algunos de los motivos de inseguridad ciudadana más visibles de nuestra sociedad (criminalidad, accidentes de tráfico, abusos y violencia de género, vagabundeo…) se asocian a la enfermedad mental en el imaginario colectivo. En realidad, los trastornos mentales contribuyen poco a la generación de estas lacras sociales, por lo que es fundamental tomar iniciativas que aumenten el conocimiento de la enfermedad mental y ayuden a reducir el estigma y la marginación asociados a las personas que sufren estos trastornos y a sus familiares.

Modelo comunitario de atención a la enfermedad mental

Los movimientos contraculturales de los años 60, junto con los avances en el tratamiento farmacológico y psicológico de los trastornos mentales, dan origen a lo que hoy conocemos como modelo comunitario de atención a la enfermedad mental, considerando que el marco idóneo para el tratamiento de los trastornos mentales no era una institución cerrada, fuese ésta el asilo u hospital, sino la comunidad.

Con el cierre de las grandes instituciones, la vida de las personas con trastornos mentales graves, que en el pasado se había desenvuelto entre muros, se desenvuelve ahora en sus hogares familiares o en residencias, y con ello, sus necesidades se han ido acercando progresivamente a la normalidad, esto es, ajustándose al conjunto de necesidades de la población sana: necesidad de recibir una educación, de trabajar, de poder ganarse la vida, de relacionarse, de ocupar el tiempo libre, y por supuesto, de recibir tratamiento adecuado.


Necesidad de cambios importante para romper con el estigma

Sin embargo, para dar el paso definitivo hacía una ruptura real del estigma que afecta a estos enfermos, son aún necesarios importantes cambios de actitud en la política, en la gestión de instituciones sanitarias, en los profesionales y también en las asociaciones de pacientes y familiares.

Bibliografía

  • Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud. Ministerio de Sanidad y Consumo. 2007.
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