Deseo sexual hipoactivo

Deseo sexual hipoactivo

¿Qué es el Deseo sexual hipoactivo?

Lo fundamental de este trastorno es la ausencia o la declinación del deseo de actividad sexual y de las fantasías sexuales (Criterio A), inhibición que provoca marcado malestar y dificulta las relaciones interpersonales (Criterio B), y que no se debe a la presencia de otro trastorno del Eje I –excepto otra disfunción sexual–, o a los efectos fisiológicos de alguna sustancia o a una enfermedad médica (Criterio C).

 

La evaluación clínica de esta disfunción debe hacerla el clínico tomando en cuenta los factores que afectan el deseo sexual, como la edad, el sexo, la salud, la autoestima, el estilo de vida personal, el contexto interpersonal y el entorno cultural. Cabe subrayar que las necesidades sexuales varían no sólo de una persona a otra, sino que una misma persona puede experimentar cambios en función del momento que vive. Las personas con deseo sexual hipoactivo no experimentan apetencia por el coito, aun ante una pareja atractiva, adecuada y diestra en el arte de amar.

 

Es importante precisar si el síntoma es situacional o global. En el primer caso pensamos que las causas son psicológicas, sean inmediatas o profundas, y el tratamiento indicado es la psicoterapia o la sexoterapia.

 

En el segundo caso, o cuando la situación es cuestionable, hay que profundizar en el diagnóstico diferencial para descartar un trastorno psiquiátrico (por ejemplo, una depresión mayor) una enfermedad médica o el efecto de ciertos medicamentos. Recordemos que el deseo sexual se localiza en el sistema límbico, y que «el normal funcionamiento de los circuitos sexuales del cerebro, en hombres y mujeres, requiere niveles adecuados de testosterona y un equilibrio idóneo de los neurotransmisores» (Kaplan, H.S. 1985).

 

Entre las enfermedades que pueden afectar este mecanismo mencionaremos aquellas asociadas a un funcionamiento anormal del eje hipotalámico-hipofisario, con secreción disminuida de las hormonas tróficas (por ejemplo, un adenoma de la hipófisis) o también aquellas enfermedades sistémicas que, secundariamente, afectan el funcionamiento testicular. Ejemplos: la insuficiencia renal crónica, el hipo-tiroidismo, las enfermedades debilitantes. Entre otras, en lo referente a las drogas, señalemos el abuso de alcohol y narcóticos, la toma de beta bloqueadores adrenérgicos y las drogas antihipertensivas. En todos estos casos el tratamiento apunta a la condición médica subyacente.

¡No se agobie innecesariamente, su problema puede tener solución!

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