Prisión permanente revisable: ¿La Solución?

Prisión permanente revisable: ¿La solución?.

Cada vez que tenemos noticia de una “salvajada”, es decir, de actos antinaturales violentos, crueles que provocan dolor, sufrimiento intenso o muerte en el ser humano e incluso, a veces, en otros seres vivos, producidos de forma aparentemente consciente y deliberada surge la polémica: ¡¡estos tipos no tendrían que salir de la cárcel nunca!!

Es decir, la ciudadanía, como parece llamarse ahora de forma aséptica, se encoleriza y de forma iracunda pretende una modificación de la ley, o mejor dicho, que no se modifique la actual Ley de Prisión Permanente Revisable (PPR), sino que incluso se endurezca aún mas. La situación de la PPR vista por un experto en salud mental tiene varias aristas.

En primer lugar, aplicar el castigo como única forma de corrección de una conducta no es la mejor forma de conseguir cambios en los comportamientos, sobre todo cuando hablamos de seres humanos. Es mas, el castigo puede ser una forma de crear “corazas”, que conduzcan a perpetuar un comportamiento en lugar de modificarlo y, por lo tanto, a que no haya cambios positivos en el desarrollo vital de la persona.

En segundo lugar, si la PPR es exclusivamente una forma de castigo, que es lo que parece ser, seria necesario, salvo mejor opinión fundada en derecho, cambiar la Constitución Española, en donde el fin superior y prioritario de las condenas es la rehabilitación del sujeto y no tanto la exclusiva punición.

En tercer lugar, no se si son plenamente conscientes los ciudadanos que abogan claramente por este tipo de medida punitiva, que los reclusos que a los que se les aplique este tipo de pena se van a convertir en un severo problema para un colectivo, ya suficientemente “maltratado” por los poderes públicos, como es el Cuerpo de Instituciones Penitenciarias.

Estos funcionarios, a los graves problemas que ya tienen como son: carencia de personal, duplicidad de funciones, falta de motivación económica, niveles elevados de Burnout, falta de formación continuada, saturación de los centros, les vamos a añadir otro y además de difícil abordaje, ya que deberán vigilar y cuidar a una serie de sujetos peligrosos criminal y socialmente, que no tienen ninguna esperanza vital, afectos de mas que probables trastornos psíquicos y, por si fuera poco, sin nada ya que perder, por que han perdido todo menos la vida.

La PPR no deja de ser un fracaso de las medidas educativas, preventivo-sanitarias, sociofamiliares e, incluso, hasta de las genéticas, ya que este tipo sujetos tienen en su mayoría unos perfiles llamados psicopáticos, en los que la biología tiene mucho que decir, y cuyos intentos de modificación, curación, control pasarán indefectiblemente en años venideros por la intervención y modificación de determinados circuitos cerebrales y de grupos neuronales, como se apunta en los estudios mas recientes.

No obstante, y dicho lo dicho, algo tendremos que hacer como sociedad para ”protegernos” de individuos incontrolados, intoxicados y adictos, desequilibrados, incapaces de aprender de la experiencia, con una impulsividad difícil de frenar, egocéntricos al máximo, manipuladores siempre en su propio beneficio, con ausencia de empatía y con un egoísmo sin limites. Capaces de destruir a otro semejante por razones nimias, o incluso, sin ningún tipo de explicación.

En estos casos, tenemos debemos ser valientes y decidir que la libertad de este tipo de sujetos debe ser siempre vigilada, limitada y restringida. Que no pueden convivir con el resto de los ciudadanos por su extrema peligrosidad y que hasta que podamos comprender mas y mejor las funciones psíquicas tienen que vivir al margen del resto. Es decir, no nos queda mas remedio que optar sin eufemismos ni ambigüedades y declarar que el bien prioritario y mas importante a proteger es la seguridad y no la libertad.

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