La ley de salud mental

La ley de salud mental

¿Qué es la ley de salud mental?

Se nos anuncia a bombo y platillo una nueva Ley para los enfermos mentales, en concreto una Proposición de Ley General de la Salud Mental 122/000158 que, si se aprueba tal y como se plantea en su redacción inicial, el derecho de la persona afectada de un trastorno psiquiátrico a seguir tratamientos estará basada solo en su consentimiento libremente otorgado.

Así mismo esta norma obliga a respetar siempre la autonomía y los deseos del enfermo. Traducido a la practica ello significa que no se podría dar un fármaco u ordenar un ingreso hospitalario si el paciente no ha consentido previamente.

Si saliera adelante la norma sin sufrir modificaciones, tampoco se permitirán formas de coerción farmacológica o sujeciones físicas para intentar controlar a un paciente durante una crisis donde esté en grave riesgo no solo su vida sino a veces la vida de los demás.

La nueva ley de salud mental frente a la enfermedad mental grave

La norma que pretende organizar nuestra Salud Mental parece desconocer, entre otras cosas, lo que es la enfermedad mental grave, en la que no hay conciencia de enfermedad, en la que existen delirios y alucinaciones, en la que el enfermo crea un mundo diferente al del resto de la sociedad y en la que sus opiniones y planteamientos son irrebatibles a cualquier razonamiento lógico.

Si algo define la enfermedad mental severa en todo el mundo civilizado es que el paciente es la victima de su propio pensamiento, que le lleva a un alejamiento de la realidad. El enfermo psiquiátrico grave ignora que lo que piensa (delirios) es fruto de un trastorno cerebral, y que las voces que oye y los mandatos que recibe (alucinaciones), tienen su origen en su propio cerebro y no en altavoces, micrófonos u otros sistemas telemáticos que supone están hechos para controlarle.

Creer que el enfermo mental grave, como lo es un psicótico, cuando esta en un episodio agudo de la enfermedad es el dueño/a de su conducta y que es libre para realizar un acto y capaz para tomar decisiones, implica una indigencia técnica que nos traslada directamente a la edad media, donde la Inquisición consideraba a muchos enfermos mentales como seres plenamente conscientes de sus acciones llamándolos “brujos y endemoniados” y “curando” sus delirios y alucinaciones con un tratamiento tan expeditivo como era el fuego y la espada.

Ahora se opta por un camino “aparentemente opuesto de concesión de derechos”, pero igual de peligroso y dañino, al pensar que el enfermo psiquiátrico severo tiene capacidad plena para comprender sus actos y que es absolutamente libre para realizarlos, y, por lo tanto, capaz de tomar decisiones y que estas deben ser tenidas en cuenta y respetadas plenamente.

Todo ello resulta un despropósito desde un punto de vista médico, al menos de los médicos psiquiatras que diariamente vemos pacientes en las consultas y en los servicios de urgencia y no a través de “estrategias” teóricas en los despachos.

La pobreza y la opresión como foco de la ley de salud mental

Según el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría al referirse a la norma cuyo debate pronto empezará, dice en unas manifestaciones a un periódico de tirada nacional: “Se parten de supuestos falsos, centrados en la pobreza, la opresión social, como origen de las enfermedades mentales. Esto se aleja de cualquier evidencia científica y de los problemas reales de las personas con trastornos mentales graves”. No puedo estar mas de acuerdo con mi colega y compartir totalmente sus afirmaciones.

“En la Ley, nos recuerda también el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, no se habla para nada del cerebro, la genética o los rasgos biológicos que pueden predisponer a sufrir una enfermedad psiquiátrica. “Solo se habla de pobreza y opresión”, dando a entender que enfermedades como la esquizofrenia, el trastorno bipolar o el autismo, por citar solo algunas, tuvieran alguna relación con los recursos económicos”. Precisamente los últimos datos que acaban de presentarse en un informe sobre salud mental en Europa, demuestran claramente que existe el mismo número de trastornos mentales en países ricos como en pobres.

¿Qué puede provocar la nueva ley de salud mental?

Si la ley sale definitivamente adelante y se aprueba sin enmiendas importantes, me temo que va a conseguir lo contrario de lo que se propone. En primer lugar, los enfermos mentales no deberían ser estigmatizados todavía más creándose una ley especifica para ellos.

En segundo lugar, por que esta Ley pone de manifiesto que no esta hecha por profesionales sanitarios al no reconocer los signos y síntomas del enfermar psíquico en aquellos cuadros psicóticos que son los que mas preocupan y cuyos derechos hay que tutelar, ya que en el resto de los pacientes se siguen los principios que la Ley 41/2002 de Autonomía del enfermo preceptúa comunes para todos los pacientes/usuarios/clientes de la sanidad.

Por último, por que parece que los profesionales de salud mental, incluidos los psiquiatras, no estamos haciendo correctamente nuestro trabajo y la sociedad deba estar protegida de nosotros”, al dar a entender que actuamos de forma arbitraria, coactiva o cuando menos imprudente en nuestra practica profesional, con tratamientos impuestos y con ingresos no ajustados a derecho.

Veremos como acaba la historia. Muchos llevamos décadas intentado desestigmatizar la enfermedad mental e integrarla plenamente en la sanidad publica. Ahora, con este tipo de concepción antipsiquiátrica, me temo que vamos perder todo lo que se había conseguido”.

Dr. Jose Carlos Fuertes Rocañin
Presidente de la Sociedad Aragonesa de Psiquiatría Legal y Ciencias Forenses.

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