¿Es adecuado hablar del suicidio?

¿Es adecuado hablar del suicidio?

1.- LOS DATOS HABLAN SOBRE EL SUICIDIO

Me parece en cierta manera vergonzoso que se saque en los medios de comunicación el problema del suicidio a raíz de la publicación del libro de la Sra. Obregón, sobre lo que ella llama “intentos de suicidio” y que, en puridad, para el psiquiatra que les habla, solo son pensamientos autolíticos o como mucho, gesto autolítico.

Y también me parece triste y peligroso que se comente este tema en las llamadas revistas del corazón y tertulias televisivas o radiofónicas de forma superficial y frívola cuando cada día se suicidan en España según el INE, 11 personas, o lo que es lo mismo, 1 persona se suicida cada 2 horas y 15 minutos en nuestro país.

El año 2020 se ha convertido en el año con más suicidios en la historia de España desde que en el 1906 existen registros de la suicidabilidad. En total, 3.941 personas se quitaron la vida, lo que supone un incremento del 7,4% con respecto a 2019, es decir, 270 personas más que el año anterior. De los suicidios consumados, el 74% fueron hombres (2.938) y un 26% mujeres. Estas últimas han superado por primera vez la cantidad de los 1.000 suicidios.

Desde el Observatorio del Suicidio en España explican que en 2020 se produjo una disminución generalizada de las “muertes por suicidio”, debido al confinamiento. Esta situación tan especial, “dificultó enormemente estas conductas, tanto en la vía pública, al estar prohibido deambular por ella, como en los domicilios, al estar habitualmente en compañía”.

Todo ello hizo pensar que, quizá, los suicidios iban a seguir esta misma tendencia, de hecho, en el informe “La salud mental en la pandemia”, elaborado por el INE, se confirma un descenso del 9,3% de los suicidios durante los cinco primeros meses del año 2020 (de enero a mayo), en comparación con el mismo periodo de 2019.

Pero la realidad es muy diferente, y si el confinamiento redujo las cifras de suicidio, el levantamiento de restricciones generó un “efecto rebote”, y los suicidios y lesiones autolíticas se incrementaron. Por ejemplo, en abril de 2020 se registraron un 12,2% menos que en 2019, pero en agosto, durante la desescalada, se produjo un incremento del 34%.

Otro aspecto también importante a considerar es que a pesar de que el mayor número de suicidios se produce entre los 40 y 59 años (1.608 del total), los datos estadísticos más impactantes y en cierta manera más preocupantes, son los referentes a los menores de 15 años y a los ancianos mayores de 80 años. 

Hablando de menores de edad es la primera vez que España alcanza según el INE los 14 suicidios entre personas menores de 15 años (7 niños y 7 niñas), es decir los casos se han duplicado con respecto a 2019. Las principales causas de muerte entre las personas de 15 a 39 años fueron las “causas externas” (40,5% del total) y, después, los tumores (22,4%). Estos números deberían producir un panorama muy alarmante. Por otro lado, el suicidio en personas mayores de 80 años se ha disparado un 20%, llegando al número total de 548 (428 hombres y 120 mujeres).

La Asociación para la Prevención del Suicidio y la Atención al Superviviente (APSAS) alerta de que las tasas de suicidio son también elevadas entre algunos grupos vulnerables y discriminados, como las personas del colectivo LGBTI, y entre los profesionales sometidos a un alto estrés en su trabajo, como policías y médicos. Por comunidades autónomas según la misma fuente, los suicidios han aumentado un 30% en el País Vasco con respecto a 2019. Este ascenso también se ha notado en Cantabria y Andalucía. En cambio, han descendido en Aragón y en Baleares, produciéndose en esta última una disminución de más del 10%.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) existe un “vínculo entre el suicidio y los trastornos mentales”, especialmente el vínculo se establece sobre todo con: “la depresión y el consumo de drogas”. De esta forma en 2020, un 5,4% de la población (2,1 millones de personas) sufrió algún cuadro depresivo en nuestro país. De todos ellos, 230.000 se consideraron graves.  

“Hay casos de suicidios en cortocircuito (impulsivamente) cuando la situación de crisis desborda la capacidad de estas para afrontar las tensiones de la vida, como pueden ser los problemas económicos, las rupturas de relaciones o los dolores y enfermedades crónicas”. Igualmente, se destaca que haber vivido “catástrofes, actos violentos, abusos y pérdida de seres queridos puede generar conductas suicidas impulsivas”.

2.- LA DINÁMICA SUICIDA

Cuando se habla de suicidios, las estadísticas solo registran las muertes. Pero hasta que se produce un suicidio consumado, existen, habitualmente, otras conductas que conviene sopesar y discriminar ya que marcan diferencias no solo nosológicas, sino también terapéuticas. Vamos a intentar hacer una breve diferenciación.

IDEACION SUICIDA

La persona tiene ideas en las que valora la posibilidad de realizar un suicidio

GESTO SUICIDA

La persona realiza alguna conducta indicativa de que ha pensado seriamente suicidarse (escribir una carta, dar objetos a personas queridas, hacer unas punturas con un cuchillo)

TENTATIVA DE SUICIDIO

La persona ha realizado conductas con una determinación de producirse la muerte, pero sabiendo que el medio no es el adecuado (pedir ayuda más que desear morir)

SUICIDIO FUSTRADO

La persona ha llevado una conducta suicida, pero por factores externos y alejados de su voluntad no se ha producido

SUICIDIO CONSUMADO

La persona ha conseguido darse muerte.

En este sentido los datos epidemiológicos del Observatorio del Suicidio en España concluyen que la ideación suicida podría afectar a lo largo de la vida “entre el 5% y el 10% de la población española”. Lo que significa que en un año podrían producirse alrededor de 80.000 intentos de suicidio. Es muy triste y preocupante el hecho de que a pesar que los suicidios aumentan año tras año, España no cuenta con una estrategia para la prevención. Esto quiere decir que no hay coordinación en las respuestas autonómicas y tampoco se pueden ver campañas de sensibilización a nivel estatal.

Se puede hablar de suicidio y, de hecho, se debe hablar de ello para poder hacer prevención y evitar que sea un tema tabú y en gran medida estigmatizante. Pero los mensajes, comentarios y exposiciones deben ser muy meditados y precisos, debiendo estar presente un profesional de la salud mental.

3.- ¿HABLAR DEL INTENTO O GESTO SUICIDA ES ADECUADO?

El Observatorio del Suicidio en España concluye que estudios epidemiológicos han constatado que: “la ideación suicida podría afectar a lo largo de la vida a “entre el 5% y el 10% de la población española”. Eso quiere decir que en un año se realizan en nuestro país, alrededor de 80.000 intentos de suicidio, destacando esta conducta especialmente entre niños y adolescentes.

En mi opinión profesional como psiquiatra, es correcto y adecuado hablar del suicidio o de sus tentativas, si se hace con seriedad, rigor y presentándolo como una forma insana, inadecuada y equivocada de actuar y de resolver los conflictos.

En cambio, considero que es muy peligroso presentarlo “poéticamente”, e incluso de forma positiva, como una salida ante una situación desesperanzadora tan intensa y terrible como es la muerte de un hijo.

Además, resulta temerario que la exposición de una “IDEACION SUICIDA” sea novelada, ya que puede “animar a ejecutarlo” a todos aquellos que tienen dudas de cómo resolver este grave problema de salud. En resumen, es muy peligroso y pernicioso presentar las ideas, gestos o conductas suicidas como la solucion a un problema psicológico, y más si quién lo hace es una persona popular, conocida o famosa.

En el caso que estos días esta de triste actualidad, primero la gestación subrogada de Ana Obregón y después los fragmentos de su libro que se han publicado, en primer lugar, se puede afirmar con rigor técnico, que no ha habido ningún intento de suicidio como algunos titulares de prensa resaltan de forma falaz.

Como dice el semanario Vanitatis, “los pasajes en los que describe dos intentos de suicidio, o al menos la fantasía de ellos, tras afrontar la mayor pérdida para una madre, la muerte de su hijo, Aless Lequio”, no se pueden considerar intentos suicidas, sino meros pensamientos autolíticos o quizá, como ya he anticipado, gesto autolítico.

El relato expuesto en la citada revista es este: “Un séptimo piso, la decisión era firme (…) Me empiné sobre la barandilla que no era muy elevada. Si me lanzaba al vacío, seguiría viviendo contigo eternamente (…) Alcé una pierna pasándola al otro lado, mientras me sujetaba con las manos firmemente a la barandilla (…) tenía que darme prisa para que mis hermanas y Alessandro, que lloraban en el salón, no se diesen cuenta de mi ausencia” “sentía como si mi misión en esta vida ya hubiera terminado, y me llenaba de una felicidad inmensa ese saltito hacia ti”, asegura la actriz, que continúa explicando que “ya nada quedaba de la Ana alegre”, ni siquiera de aquella que posaba para la prensa “dando la bienvenida al verano a toda España”.

Esta forma de comentar y explicar lo que es un pensamiento y gesto suicida es, a mi modo de ver muy peligrosa, sobre todo si es leído por personas psicovulnerables, y en edades complejas de la vida (adolescencia).

Como psiquiatra ejerciente que soy, le pediría y le agradecería a la Sra. Obregón que, en la medida de lo posible, evitará el tratamiento literario y sobre todo el alarde de ciertos comentarios referentes a no haber tomado ningún tratamiento médico psiquiátrico, presentando su “maternidad” como la solución a un trastorno psiquiátrico grave, frecuente e inexplicable como es el SUICIDIO.

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