El Síndrome Postvacacional

El Síndrome Postvacacional.

El síndrome vacacional es más real que  el llamado postvacacional. El síndrome postvacacional es, a mi modo de ver una nueva denominación que hemos construido de forma artificial entre todos, psiquiatras, pvacacionessicólogos, sociólogos, periodistas, para describir una reacción vivencial, que además de ser muy antigua, nada tiene que ver con el concepto que los médicos tenemos de lo que es un síndrome, y mucho menos de lo que es una enfermedad.

Lo primero que conviene dejar claro es que los seres humanos somos animales de costumbres y necesitamos un periodo de adaptación para todo, incluso para aquello que nos resulta agradable y atractivo. Las vacaciones son un paréntesis en la vida cotidiana, es un salir de la rutina, un cambio de hábitos, costumbres, lugares y gentes. Para luego retomar la vida anterior (la rutina y monotonía vital) y de esta forma volver a nuestra realidad con energías renovadas.

Pero las cosas no siempre son así y las deseadas vacaciones se pueden convertir también en fuente de conflictos cuando se hacen por ejemplo en compañía de personas con las que relación que tenemos es mala, o cuando se convierten en una obligación y no en una opción voluntaria, o cuando se hacen en un lugar no adecuado, o, en suma, cuando lejos de ser un descanso son una sobrecarga y una fuente de tensiones y de estrés. Por eso, y puestos a sacar síndromes, se me ocurre sin ningún rubor una nueva entidad: “El Síndrome vacacional”, que además podría tener alguna base real si se tiene en cuenta los datos que venimos recogiendo en la práctica profesional como es el incremento de divorcios que se produce después de los “laboralmente obligados” periodos de relax.

Creo que es bueno hacer autocrítica y aceptar que somos demasiado generosos ahora los médicos creando y adjudicando síndromes y enfermedades, y los medios de comunicación encantados de seguirnos el juego y de esta forma conseguir abundante material para sacar artículos, hacer reportajes y crear noticias, que al fin y al cabo de esos vivimos en cierta medida tanto unos como, también a veces, los otros.

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