El Belenazo.

El Belenazo.

El BELENAZO es lo que se nos venía anunciando desde hacía días por una cadena privada de televisión en la que trabaja habitualmente la Sra. Esteban. Les confieso que tenía relativo interés en ver las «declaraciones» de Dª Belén Esteban. Mi curiosidad era estrictamente profesional, ya que como psiquiatra resulta siempre interesante observar los comportamientos humanos, aunque sea a través de la deformación que producen los medios de comunicación en su anhelante búsqueda de audiencia.

Una vez más, y tras “cebar”, como se dice en el argot televisivo, convenientemente la intervención de la llamada “princesa del pueblo”, puede percibir que lo que se nos relató no era tan relevante, aunque a decir de los expertos en comunicación si tenía un indudable interés periodístico.

Lo que si percibí nada más que empezó el relato-entrevista era la ausencia completa de prudencia y de sensibilidad. Dª Belén nos dijo reiteradas veces que la que ha sido siempre su “rival”, María Jose Campanario, le había llamado telefónicamente mientras estaba ingresada en un centro psiquiátrico. Esa era la bomba informativa, ese era el llamado “Belenazo”.  

La tertuliana y colaboradora, en ese momento transformada en “artista estelar”, dio a entender que, además de la sorpresa que le había supuesto la llamada, el tono de la interlocutora (María Jose Campanario) era muy raro y que el contenido del mensaje le sorprendió sobre manera, ya que María Jose Campanario le insistía de forma muy “extraña” que quería verla, hablar con ella, y hacerlo en su casa y sin que nadie supiera nada. Este aspecto lo recalcó varias a veces, dejando entrever que las formas de expresión un tanto extrañas de la susodicha, se pudieran deber al tratamiento médico que la Señora Campanario estaba llevando.

A mi modo de ver se han traspasado (otra vez) todas las líneas rojas, pero parece buenos da igual, es lo que nos gusta, lo que nos va. En primer lugar, se han vulnerado las normas éticas porque a nadie parecía importarle si el contenido del programa era un acto indecente e inadecuado, al utilizar públicamente una información dada de forma confidencial por una persona enferma y con una disminución de su libertad volitiva.

Pero en mi opinión y al margen de la ética, también se han podido traspasar los límites legales, sobre todo si lo que se dijo y la forma en la que se dijo produce un empeoramiento (muy probable) en la evolución de la enfermedad de la Sra. Campanario, quien además de confiar ingenuamente en la discreción de la Sra. Esteban, estaba en una situación de evidente y clara minusvalía psíquica.

Ayer solo uno de los contertulios, el señor Matamoros, habló a mi entender con prudencia y mesura. Solo uno dijo que era deplorable contar lo que se contó, sabiendo que esos comentarios venían de una persona enferma, sometida a un tratamiento psicofarmacológico y analgésico complejo, y que además se producía en un momento tan anómalo como es el que se produce durante un internamiento psiquiátrico.

Los comentarios ulteriores siguieron en la misma línea, llegando a atribuirle a la Señora Campanario por otro colaborador, una serie de “llamadas telefónicas” en las que sin venir a cuento, según se nos dijo, cantaba la música de los dibujos de Heidi. Los “pseudoexpertos” en medicina, ética, filosofía, derecho, relaciones humanas… que componían la mesa echaba cada uno la suya y ni cortos ni perezosos dogmatizaban sobre la pertinencia del programa y sobre la “moralidad” del mismo.

El programa de ayer en mi humilde opinión no debió emitirse, ya que el principio constitucional de la libertad de información tiene límites, y uno de ellos es la producción de un daño psíquico, sobre todo cuando el mal causado, es o puede ser, mucho mayor que el beneficio que se puede obtener al dar la información, es decir, cuando no estamos ante un estado de necesidad.

El fin no justifica los medios. Al menos eso es lo que se ha venido defendiendo en la sociedad moderna occidental. Pero lo que estamos viendo en la televisión, no solo en temas de la crónica social sino en otros muchos ámbitos de la información, es justo lo contrario. Por eso como dijo Napoleón aunque popularmente se atribuya a Maquiavelo, el fin si justifica los medios.

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