¡Psicópatas al poder!

¡Psicópatas al poder!

Para gustos los colores…dicen desde años. Esta breve reflexión o comentario no va dirigida a nadie en particular. Me he limitado a poner por escrito e insistir en lo que muchos otros autores ya han comentado y estudiado.

El poder con mayúsculas genera un problema en la salud mental de aquellos que lo ostentan. A veces «el defecto es fabrica», es decir, es previo a su posesión. En otras ocasiones, es fruto de una “contaminación psicológica” derivada de un aislamiento, un entorno complaciente en extremo, ausencia de autocrítica derivada de los comentarios y sugerencias que hipócritamente se le hacen, en fin hay múltiples posibilidades.

Hoy vemos gestores y dirigentes en muchos ámbitos dañados mentalmente, a veces de forma irrecuperable. Recordemos a Gustav Le Bon a quien se le atribuye esta frase: «para dirigir a un colectivo antes de invocar razones hay que hacer vibrar sentimientos». La reflexión tiene meollo, algunos la hacen equivalente a manipular, otros a seducción o los más benévolos a persuasión. Pero lo esencial es que si el líder, cualquier líder, «realiza determinadas actividades», es porque los liderados se lo permiten. Y ese sería quizá el problema que tenemos hoy de forma acuciante.

¿Y ello porque ocurre? No hay una sola causa, pero una importante es sin duda la «autocensura» existente. Hoy ya no hace falta que nos “censuren” como en los tiempos pasados, lo hacemos nosotros mismos sin que exista más censor que la posible, muchas veces segura, crítica social.

Hoy el individuo tiene (tenemos) miedo, a veces pavor, en decir lo que piensa por las represalias que, ante el fenómeno nuevo que no existía en épocas pasadas como son las Redes Sociales, está seguro que aparecerán. Represalias envueltas en el anonimato, en la ilegalidad, en el comentario cruel o sarcástico indocumentado, pero que llega a muchos y que puede poner su vida en jaque, al menos en jaque mental.

Hoy, la libertad individual es cada vez menor y el que se mueve, no solo no sale en la foto, sino que se le expulsa del circuito y se le apalea virtualmente. ¡Terrible!

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